La autoestopista fantasma es una leyenda urbana. Al igual que la mayoría de estas historias, no tiene un origen definido y está dispersa por una extensa área geográfica. Aunque hay muchas versiones del relato, todas coinciden en que gente viajando en vehículos se encuentra con autoestopistas que luego desaparecen sin explicación alguna, generalmente en el propio vehículo en movimiento.
La leyenda circula desde hace siglos, y ha ido adaptándose a los cambios en el sistema de transporte. En las versiones más antiguas, la joven paraba a los jinetes para que la subieran al carruaje, o a la grupa de su caballo. Algunos consideran que una de las primeras versiones se relata en la Biblia
(Hechos 8:26-39).
Personas que han sufrido encuentros con Autoestopistas fantasmas han dado descripciones exactas del rostro y vestimentas de las personas que recogieron. Descripciones que al ser verificadas con familiares o informes policiales demuestran que esas personas tuvieron un encuentro real.
La leyenda circula desde hace siglos, y ha ido adaptándose a los cambios en el sistema de transporte. En las versiones más antiguas, la joven paraba a los jinetes para que la subieran al carruaje, o a la grupa de su caballo. Algunos consideran que una de las primeras versiones se relata en la Biblia
(Hechos 8:26-39).
Personas que han sufrido encuentros con Autoestopistas fantasmas han dado descripciones exactas del rostro y vestimentas de las personas que recogieron. Descripciones que al ser verificadas con familiares o informes policiales demuestran que esas personas tuvieron un encuentro real.
A continuacion dos relatos sobre autoestopistas fantasmas:
La Joven Autoestopista Fantasma
En 1931 una joven fue asesinada mientras era conducida a su casa después de un baile en el O'Henry Ballroom de la avenida Archer de Chicago. Vistiendo su blanco vestido de fiesta y sus zapatos de baile, fue enterrada en el Cementerio de la Resurrección, también en la misma calle.
Durante varios años después de lo ocurrido, algunos automovilistas han declarado haber visto a una joven con un antiguo vestido blanco practicando el autostop en la avenida Archer. Se cuenta que, sobre todo, la recogían hombres solteros o que ella subía a los coches sin ser invitada y pedía que la llevaran a casa y luego les hacía dejarla en el Cementerio de la Resurrección. Algunos automovilistas han asegurado que la mujer salía del coche sin abrir la puerta.
Los Autoestopistas suelen desaparecer al llegar a una curva.
Una noche del mes de diciembre de 1977 un hombre pasó en coche y centrò su atenciòn en una mujer joven vestida de blanco detrás del portón del Cementerio de la Resurrección. Creyendo que tal vez se hubiera quedado inadvertidamente encerrada dentro del cementerio, el automovilista llamó a la policía.
Pero cuando llegaron, la joven había desaparecido. Notaron, sin embargo, que las barras de hierro forjado del portón del cementerio estaban ligeramente dobladas hacia fuera y distinguieron a ambos lados las huellas de dos manos..
RELATO DE UNA HISTORIA SORPRENDENTE SUCEDIDA EN EL TRAYECTO ENTRE BALTIMORE Y NUEVA YORK
La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York al llegar al kilómetro 12 se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada.
Un sábado por la noche, un prestigioso doctor neoyorkino -del que evitaremos reproducir su nombre-, regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas country. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo, de fiesta, haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable.
- El asiento de delante está lleno de palos de golf y de paquetes -se disculpó. Y a continuación le preguntó:
- Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche?
- La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda. - Por favor, lléveme a casa.
Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XXXX. Espero que no esté muy lejos de su camino.
El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo:
- Ya hemos llegado. Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío.
- ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido.
LLamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente.
- No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dió esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aqui y...
- Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente automovilístico en ese mismo cruce donde usted la encontró...
Los Autoestopistas suelen desaparecer al llegar a una curva.
Una noche del mes de diciembre de 1977 un hombre pasó en coche y centrò su atenciòn en una mujer joven vestida de blanco detrás del portón del Cementerio de la Resurrección. Creyendo que tal vez se hubiera quedado inadvertidamente encerrada dentro del cementerio, el automovilista llamó a la policía.
Pero cuando llegaron, la joven había desaparecido. Notaron, sin embargo, que las barras de hierro forjado del portón del cementerio estaban ligeramente dobladas hacia fuera y distinguieron a ambos lados las huellas de dos manos..
RELATO DE UNA HISTORIA SORPRENDENTE SUCEDIDA EN EL TRAYECTO ENTRE BALTIMORE Y NUEVA YORK
La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York al llegar al kilómetro 12 se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada.
Un sábado por la noche, un prestigioso doctor neoyorkino -del que evitaremos reproducir su nombre-, regresaba a su casa después de asistir a una sala de fiestas country. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo, de fiesta, haciendo auto-stop. Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable.
- El asiento de delante está lleno de palos de golf y de paquetes -se disculpó. Y a continuación le preguntó:
- Pero, ¿qué está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche?
- La historia es demasiado larga para contarla ahora -dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda. - Por favor, lléveme a casa.
Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XXXX. Espero que no esté muy lejos de su camino.
El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo:
- Ya hemos llegado. Entonces se giró y vio que el asiento de atrás estaba vacío.
- ¿¡Qué demonios...!? -murmuró para sí el doctor. La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido.
LLamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente.
- No sé como decirle qué cosa más sorprendente acaba de suceder -empezó a decir el doctor-, una chica joven me dió esta dirección hace un momento. La traje en coche hasta aqui y...
- Sí, sí, lo sé -dijo el hombre con aire de cansancio-, esto mismo ha pasado otras veces, todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente automovilístico en ese mismo cruce donde usted la encontró...